lunes, 18 de mayo de 2009

23- San Pedro de Atacama 15/18-05-09

El viaje es largo desde Vicuña, son quince horas. Y luego desde Calama hasta San Pedro casi otras dos horas, y llego hecho una rabia porque me vendieron un billete de un autobús que perdí y tuve que comprar otro. San Pedro de Atacama está en mitad del desierto que lleva su nombre, en un oasis, a las faldas del altiplano. La llegada no es fácil, no hay habitaciones individuales, y todo es caro (es como volver a la patagonia). Por las calles corretean las habituales hordas de perros y todo está lleno de turistas, el único local duerme la borrachera tirado en la acera de la calle. A San Pedro hay que darle tiempo, este lugar es especial para mí por muchas razones, es mi última etapa en Chile. Es además el penúltimo sitio que visito antes de la zona donde he quedado con Edurne. Y también que había soñado este lugar muchas veces antes de salir de viaje, mi amigo Paco me hizo un montaje fotográfico sobre estos valles cuando les conté mi proyecto.


Foto del valle de la luna sin montaje

Desde San Pedro se pueden hacer muchas excursiones, geyseres, lagunas, salares, los valles de la luna o de Marte y ruinas preincaicas, entre otras. El plato estrella es un tour que atraviesa hasta Uyuni en Bolivia y que dura tres días. Un tour que no hago por las exigencias del guión de mi viaje y por el momento en que se me plantea y finalmente me decanto por las visitas a los alrededores chilenos.
Una visita muy especial, pero también muy dificil es la de los geyseres del Tatio. Tatio en lengua atacameña significa el viejo que llora. El viejo es un volcán que tiene rostro humano y el llanto el humo y el agua hirviendo que sale de su base. A menos de dos kilómetros bajo el suelo hay magma. El sitio está a 4300 km y estábamos a diez grados bajo cero. Te buscan a las cuatro de la mañana y esa noche yo sólo pude dar un par de cabezadas por insomnio. Mientras subíamos con la furgoneta, respirando pausado le recé a la Pachamama y a todo lo que me sé, para que el soroche no se cebase conmigo, y fui escuchado, apenas un mareo y algo de dolor de cabeza. Después de ver los geyseres te llevan a unas pozas térmicas naturales y allá te pegas un baño de una hora, y luego ves Vizcachas, vicuñas y diferentes aves. Terminas en un pueblo típico del altiplano comiendo carne de llama. Pero no merece la pena hablar mucho de las excursiones, creo que simplemente es mejor ver las fotos. Aquí van sólo unas muestras.


Los geyseres


El agua está a 35 grados


Una Vicuña

Al final le cogí el gusto a San Pedro, terminá uno conociendo a los locales de cada restaurante, agencia o locutorio. En Chile pasa lo contrario que en España, cuanto más al norte vas, más abierta es la gente en un primer momento, cosas del calor imagino.
San Pedro es un sitio especial, este es el desierto más arido del mundo y suele llover un día al año, que es la expectación total porque si se pasa, como las casas son de adobe se pueden venir abajo como pasó hace unos pocos años. Y bueno, a pesar del turismo masivo, el pueblo tiene su carácter, un ritmo lento lento, propio del desierto, donde las tiendas abren tarde y cierran pronto, pero casi siempre hay alguien por la calle Caracoles, los turistas con los que has coincidido ya alguna vez y te paras a comentar las excursiones. Y aunque también tiene cosas malas, los perros de siempre ladrando todo el rato en la noche, y los fantasmas del pasado que siempre vuelven, al final esta última noche acá en San Pedro miraré el cielo estrellado una vez más y lamentaré marcharme mañana.


El volcán Licáncabur


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