viernes, 29 de mayo de 2009

27- Cachi

Sin duda uno de los encantos de Cachi es su ubicación, para llegar hasta allá (160 km desde Salta) es dificil tardar menos de cuatro horas. Y el viaje en autobús es uno de los más espectaculares que he hecho. Se comienza por unos verdes parajes agradables donde se cultiva tabaco, se sigue el curso de un río donde la vegetación se salvajiza recordando la de la jungla (en particular la región de Banna en China (la única jungla que conozco)) y luego , con una carretera que alterna el alquitrán y el ripio, se sube un enorme puerto con un nombre bien español - la cuesta del obispo. 3700 metros. Y entonces desaparece la niebla y aparece un paisaje lunar; la puna. Guanacos y burros salvajes pastan en un sitio del que da miedo bajarse del coche. Poco a poco se desciende y comienzan a aparecer, primero los cactus candones y luego ya algún que otro árbol, así hasta llegar a el curso de otro río (el río Calchaquíe) por cuya vertiente van apareciendo algunos pueblos. Y en esas se llega a Cachi.

Camino a Cachi I

Camino a Cachi II

Llegué a Cachi huyendo. En realidad algo fatigado y paranoico tras mi convalecencia por tierras norteñas. Un pueblo pequeñito en mitad de los valles Calchaquíes, al pie de los hermosos nevados de Cachi. Tranquilo. Excesivamente tranquilo, dicen sus propios habitantes. "Esta plaza es lugar de reposo y descanso para la vista" dice un cartel. Otro reza "Quien tira un papel a la plaza es como el que arroja el alma del cuerpo".
Por el encalado de sus calles Cachi podría ser cualquier pueblo de Andalucía. Un pueblo hermoso. Por la fachada de su iglesia un pueblo de película western. En Cachi no hay nada que hacer. Un museo arqueológico sobre los diaguitas. Un yacimiento sin mucho interés. Un mirador en cada punto cardinal. Calles adoquinadas, gente indolente. Hablando de gente, por acá he charlado con la gente más simpática de todo lo que llevo de viaje; con Rubén Hector, por ejemplo, un jujeño con el que viajé en el bus y que es uno de esos tipos que es de un bueno que se rompe.
Y apenas si hice nada acá, descansar, dar algún paseo, ver en el hotel la final de la copa de Europa que ganó sobradamente el Barcelona (cosa que alegró infinitamente a la gente del lugar que sigue sin olvidar lo de las Malvinas)y poco a poco ir dándole a mi estómago todo tipo de comidas.
plaza de Cachi

Nevado de Cachi (a más de 6000 metros de altura)

En una de esas cenas que me comí unos deliciosos sorrentinos con queso de cabra, di un paseo por la plaza del pueblo. Era una noche fría, con ese ambiente que deja el aire cuando es puro. La gente compraba en la tienda. Los chicos estaban en la plaza, los más mayores jugaban a ser grandes, los más pequeños al fútbol. Golaso. Gritaba uno de ellos, muy pequeñito y morocho. Golaso. Y no sé porque, en esas se me vino a la mente, que Cachi más que un pueblo era un arquetipo. Una de esas villas que salen de la literatura de los escritores latinoamericanos. Uno de esos pueblos imposibles y cotidianos del realismo mágico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario