martes, 26 de mayo de 2009

26- Jujuy (la otra Argentina)

La provincia de Jujuy, se situa en el noroeste de Argentina, en lo que se conoce como NOA y limita con Chile al oeste y con Bolivia al norte. Realmente tiene muy poco que ver con el resto del país y más pareciera que se estuviera en otro país que en la propia Argentina, sólo algún deje recuerda un poco que se está en el mismo país del que es capital Buenos Aires.
Las mujeres llevan colgados a los críos de la espalda y el ambiente en las zonas de montaña es de absoluta distensión, la gente de allá sabe que con la altura los excesos son malos y lo toman todo con bastante calma. Llegué a Purmamarca el martes por la noche, un pequeño pueblo que ha encarecido mucho sus precios por estar situado bajo una maravilla natural, el cerro de los siete colores.

cerro de los siete colores

Después visité Tilcara y Humahuaca, dos de las poblaciones más llamativas de la quebrada de Humahuaca, en ambas se respira el ambiente andino al que antes hacía referencia. Y también aparece algo que salvo en ciertos barrios marginales de las grandes ciudades que visité todavía no había aparecido, la pobreza. Más bien la miseria. Se nota en la falta de higiene de algunas calles, en la modesta forma de vida de la población y en que los niños después de decirte hola, te piden una monedita.

llama a punto de echarme un lapo

qué altooo

Es una lástima que este año, con el tema del brote del dengue el turismo haya caido significativamente en la temporada alta, esta región necesita de ese dinero que este año llegó diezmado y además desde la falsa alarma, porque en esta altitud y estas condiciones climáticas allá en la quebrada no hay dengue. Sin embargo, todo parece indicar que con el tiempo, la zona se puede convertir en una nueva "patagonia", al fin y al cabo la quebrada fue denominada patrimonio de la humanidad hace sólo cinco años y el turismo simplemente se está consolidando. Este patrimonio se debe a dos razones, a motivos naturales y arqueológicos. La quebrada es muy hermosa, cuenta con montañas que van cambiando de colores (pasando por el blanco, el morado, el naranja o el verde) y es además testimonio de numerosos yacimientos que suponen una gran riqueza para imaginar como vivían las civilizaciones preincaicas.

Iruya, un pueblo en el fin del mundo

Desde Humahuaca hice un viaje particular hasta el pueblo de Iruya, a ochenta kilómetros tan sólo pero a tres horas de autobús. Fue un viaje curioso. A la ida por supuesto pinchamos y cambiamos la rueda en lo alto del puerto (a 4000 metros de altitud). Iruya es un pueblecito encajonado en el fondo del valle que se ve desde el puerto, los burros pastan por las calles a su antojo y al otro lado del pueblo, la zona nueva queda aislada de la carretera en temporada de lluvias. Mientras esperaba el autobús de vuelta, charlé un rato con Christian, un chico de diecisiete años que había vivido toda su vida en el pueblo. Yo le preguntaba entusiasmado por como era la vida allá y él me preguntaba interesado en Europa. Quiero ir a Alemania me dijo. También quería ser médico, es difícil me dijo, pero si me esfuerzo lo puedo conseguir. En sus ratos libres enseñaba el pueblo a los turistas, y eso es lo que hacía en la parada, esperar el autobús siguiente. Yo le dije que era profesor y que la mayoría de mis alumnos no eran ni la mitad de educados que él.


Iruya encajonado en el valle

A la vuelta, el autobús olía a quemado y renqueaba por las eses. A ver si aguanta, me dije. Pero no. Terminó parándose en una pendiente. Así que hubo que bajarse y coger uno que venía de otra compañía (el siguiente servicio pasaba dos horas después). Según subimos al nuevo autobús, el conductor nos avisó que él también andaba apurado porque venía aire de atrás y el motor se sobrecalentaba. "Esto es bien distinto al resto del país", me comentó la pareja de bonaerenses con los que compartí viaje y charlas. "Sí, ya me he dado cuenta", les contesté.


los burros de Iruya


un clásico


madre con su bebita

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