jueves, 2 de julio de 2009

35- Entrada a Perú 19/21-06-09

La entrada a Perú no supuso un cambio demasiado significativo. Los trámites en la frontera fueron relajados, los anuncios de precaución contra la influenza habituales y poco más. Bordeábamos el lago titicaca y en apenas tres horas llegamos a Puno, una ciudad con casas de ladrillo muy modestas y coloridos mercados. Una ciudad fea. Al día siguiente volveríamos al lago. Hicimos una excursión, la excursión habitual a las islas del lago Titicaca, pero de forma independiente, sin contar con las agencias, algo que nos enteramos ayudaba mucho más a las familias de las islas. Por esta misma opción optaron Claudio y Olivier, dos viajeros solitarios con los que hicimos muy buenas migas. Primero visitamos las islas Uros o islas flortantes, allí antes de los incas y precisamente por evitarlos vivían los uros. En islas flotantes construídas con Totora (un junco de esa parte del lago), comiendo Totora, en casas construídas, sí,con Totora. Cuando la familia crecía se añadía una nueva isla de Totora atada a la de los progenitores, si las relaciones empeoraban con la familia, la isla se separaba y se iba por su lado. La modernidad dentro de la antiguedad. Otra curiosidad más del fascinante mundo de los Uros, cuando las mujeres querían dejar de tener hijos tomaban la flor de Totora, el motor de sus vidas era también capaz de quitar la fertilidad del útero materno.



Luego nuestro capitán de barco Juán, nos llevó hasta la isla Amantaní, donde vivía con su familia. Por muy poco dinero nos dieron comida y techo. La verdad es que la dieta era muy ligera, papa, sopa y huevo. Pero resultó entrañable pasar un día con la familia y también una experiencia muy auténtica. En Amantaní vimos un atardecer con los colores de las lagunas de Patinir y luego de cenar se levantó un viento importante que se hacía oir entre los muros de adobe de la casa.
Al día siguiente visitamos la isla Taquile, mucho más turística, pero igualmente linda.
Tardamos tres horas en regresar a Puno, tumbados en la Popa del barco descansábamos con la vista perdida en el azul del lago Titicaca, que es un color que recuerda al del mar pero también a otra cosa que no tiene que ver con el agua y que no sé decir aquí.



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Atardecer en Amantaní

niñas de las islas

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